Nacemos cuando nuestra amada mamá hace posible el milagro mágico de la vida, pero es necesario que volvamos a nacer día con día.
De esta forma ahora se está retomando el ver la belleza del alba y sentir el suave rocío del amanecer, se va adquiriendo otra vez el gran valor de estrechar la amistad con un abrazo limpio y sincero (por ahora a la distancia), se va posicionando otra vez el valor de la esencia humana que vive dentro de uno y que es la gran fortaleza durante las etapas más álgidas y sensibles de nuestro viaje por el tiempo en esta nave espacial llamada tierra.
Que es más importante adentro que afuera pero también es importante el todos y todas porque tenemos un valor intrínseco cuando unimos nuestras manos y no solo para rezar u orar, también para crear lazos y puentes que nos hagan más fuertes y sensibles a la vez, porque no vivimos solos, porque la naturaleza es nuestra casa y está llena de cosas bellas que a lo lejos brilla por su ausencia y en la cercanía es la tierra prometida y el paraíso anhelado si así lo deseamos, si así lo labramos.
Después de este movimiento global vamos a salir y expresar en todo su esplendor nuestro ser, a través del humanismo que nos ha caracterizado en todos estos momentos históricos de la vida y que ojalá sea una constante sonante en este distante instante; a través del arte que llene todos nuestros sentidos de lo maravillosa que es la vida con toda la gama de colores que esto conlleva, interpretando himnos de paz y alegría, de hermandad universal empezando por el canto personal que baila los ritmos fraternos y pintan la oportunidad de respirar de forma “normal” pero que es una seña inefable del ser y estar.
Recordar en un lugar más sensible de nuestro corazón a quienes se adelantaron en el camino pero dejaron sus pasos marcados en la arena entraña la de nuestros recuerdos más amados y ser un templo que honre el calor que con amor nos dejaron.
Tomar el justo valor de cada uno y cada una en la sociedad, que es importante la salud y aquellos quienes con máscaras heroicas han defendido la misma con los superpoderes que la ciencia y el estudio arduo les ha dado, en medio del corazón que late y es empático con sus semejantes. Pero no menos importante todos y cada uno de quienes día con día vamos construyendo nuestro mundo, así como quienes labran la tierra para después cosecharla y llevar a la mesa los alimentos que llenan el sentido del gusto para tener la fuerza de seguir al sol, día con día y siempre hacia adelante. Dando un justo valor a todas y todos los héroes que no llevan capa pero el super poder del humanismo y amor a su trabajo y a sus semejantes.
Darnos cuenta que las fronteras las inventaron por cuestiones políticas, pero en realidad todos y todas somos parte de nuestra casa llamada el planeta azul, que lo que haga o deje de hacer, me ayuda o perjudica a mi y por ende, a cada uno de mis vecinos, pues todos somos un constructo día con día, paso a paso, beso a beso.
Ottis Lóan
Abril 2020