Nos quedamos sin la compañía de Cristina

En los pliegues del tiempo, entre las páginas de la memoria, se esculpe la biografía de Cristina Pacheco, una intrépida cronista que danzó con las palabras en el escenario de la vida. Su partida terrestre no es un adiós, sino un encuentro con la eternidad que sus relaciones construyeron.

Nacida de la tinta y la verdad, Cristina se erigió como la voz de los olvidados, de aquellos a quienes los medios tradicionales cerraban las puertas. Con su pluma como lápiz mágico, desdibujó los límites entre lo común y lo extraordinario, revelando la maravilla que se esconde en el rincón más cotidiano de este vasto escenario llamado «Aquí Nos Tocó Vivir».

Sus historias eran un viaje por callejones ocultos y plazas olvidadas, donde cada personaje era un poema viviente. Con maestría, abrió las compuertas del alma mexicana, dando voz a quienes habían sido silenciados por la indiferencia. En sus relatos, el bullicio de la calle adquiría un ritmo de poesía, y las sombras del anonimato se disipaban bajo la luz de sus palabras.

Cristina, más que una periodista, fue una tejedora de sueños y realidades entrelazadas. Despertó la curiosidad por lo simple, celebrando la grandeza que se esconde en lo aparentemente común. Su pluma era un puente entre mundos, conectando al espectador con la riqueza humana que tarde en cada esquina, en cada semblante.

Al despedirse de este escenario efímero, Cristina Pacheco deja un legado que trasciende las limitaciones de la existencia. Su vida, una crónica impresa en el alma colectiva, seguirá vibrando en las letras que escribió y en los corazones que tocó. La grandeza de «Aquí Nos Tocó Vivir», “en compañía de”, encuentran su eco eterno en la narrativa inmortal de este periodista excepcional.
D.E.P.
🙏🏽
Ottis Lóan

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *